Hace 7 años comencé a seguir el golf femenil; no lo hice por Lore sino por otras jugadoras que me parecían sobresalientes. Para ser honesta, de 2003 a 2005, no le puse mucha atención a la mexicana, pero en el primer torneo que cubrí -MasterCard Classic 2006- me dí cuenta de que "Super Ochoa" era algo más que una golfista profesional.
Su pasión y honestidad me parecieron abrumadoras; recuerdo que entré a una conferencia de prensa y ahí estaba ella, dando la cara a los medios tras una primera ronda de 74 impactos, dos arriba de par, y al salir de la sala ya estaba hecha un "mar de lágrimas".
Continué en la fuente y descubrí que era una joven llena de responsabilidad social, con un corazón enorme y que estaba dispuesta a compartir lo mucho o poco que tenía, y no me refiero sólo a lo económico sino también a lo humano.
En 2007 tuve la oportunidad de verla ganar "en vivo y a todo color" en el Old Course de St. Andrews, Escocia. El primer día que pisé el campo ella estaba en el putting green, recuerdo que hizo un tiro larguísimo y embocó, mi reacción fue un "bien Lore" a grito pelado, ella volteó, dejó su bastón en el piso y recorrió casi toda la zona de práctica para saludarme.
Durante toda la semana se portó como la gran profesional que es, accedió a darme una entrevista exclusiva para mi asignación de la revista Caras Sports (antes Caras Golf) e incluso me dejó sostener su trofeo de campeona.
El tiempo pasó y se convirtió en una jugadora más ocupada y asediada por los medios de comunicación; a veces parecía que ya no disfrutaba hablar con la prensa y su actuación en el campo comenzaba a verse empañada por los corajes que hacía.
Con su público siempre fue la misma: sencilla, amable, cálida, honesta, en fin, única. Los niños la seguían a donde fuera y era casi imposible que la dejaran llegar a su siguiente destino si no obtenían su autógrafo; ella imprimía su rúbrica en gorras, pelotas, fotos, posters, playeras y demás objetos, al tiempo que les regalaba una sonrisa y un tímido "gracias".
Además sus prioridades cambiaron; su familia, a quien había dejado de lado durante tantos años, se puso a la cima de su lista de pendientes, su matrimonio y el deseo de dedicarse más tiempo a su Fundación fueron parte de los motivos para alejarse del golf competitivo de manera indefinida.
Su decisión es totalmente válida y respetable; lo que hizo por el golf, tanto a nivel nacional como internacional, así como por el deporte mexicano trasciende cualquier trastabillo, crítica, berrinche y demás. Jamás pensé que fuera a decir esto porque quien me conoce sabe que siempre fui una persona que esperó mucho de ella y que fui una férrea crítica de su trabajo en el campo.
¿Mi última memoria de Lorena?
Se remonta al sábado 1 de mayo de 2010, al termino de su tercera ronda en el Tres Marías Championship habló con los medios de comunicación, cuando terminó pasó a mi lado, hizo una pausa y con esa mano firme que la caracteriza me dio 3 palmadas en el hombro, me saludó y preguntó cómo estaba. No había tirado su mejor pasada del evento, pero se tomó 1 minuto para, de alguna forma, reconocer mi trabajo, el cual me ha dado grandes satisfacciones, excelentes amigos e importantes medios para publicar. Por eso hoy sólo puedo decir:
¡GRACIAS, LORE!