5 de mayo de 2010

Gracias, Lorena

El domingo hizo su último putt como miembro activo de la LPGA, fue un par en el hoyo 18 del Tres Marías Country Club. Estaba acompañada por miles personas que la siguieron de cerca en el campo, pero por cientos de miles más que creyeron en ella desde que tomó por primera vez un bastón. Con lágrimas, abrazos, sonrisas y porras cada uno de los presentes se despidió de la más grande golfista que México haya dado...


Durante su carrera, Lorena Ochoa recolectó decenas de premios y reconocimientos, su desempeño en las canchas ha dado de qué hablar en todo el mundo y su compromiso con la sociedad mexicana ha retumbado en todos los rincones del territorio nacional. Sin embargo, no escribiré de sus logros, hoy relataré lo que para mí fue y seguirá siendo Lorena Ochoa.

Hace 7 años comencé a seguir el golf femenil; no lo hice por Lore sino por otras jugadoras que me parecían sobresalientes. Para ser honesta, de 2003 a 2005, no le puse mucha atención a la mexicana, pero en el primer torneo que cubrí -MasterCard Classic 2006- me dí cuenta de que "Super Ochoa" era algo más que una golfista profesional.

Su pasión y honestidad me parecieron abrumadoras; recuerdo que entré a una conferencia de prensa y ahí estaba ella, dando la cara a los medios tras una primera ronda de 74 impactos, dos arriba de par, y al salir de la sala ya estaba hecha un "mar de lágrimas".

Continué en la fuente y descubrí que era una joven llena de responsabilidad social, con un corazón enorme y que estaba dispuesta a compartir lo mucho o poco que tenía, y no me refiero sólo a lo económico sino también a lo humano.

En 2007 tuve la oportunidad de verla ganar "en vivo y a todo color" en el Old Course de St. Andrews, Escocia. El primer día que pisé el campo ella estaba en el putting green, recuerdo que hizo un tiro larguísimo y embocó, mi reacción fue un "bien Lore" a grito pelado, ella volteó, dejó su bastón en el piso y recorrió casi toda la zona de práctica para saludarme.
Durante toda la semana se portó como la gran profesional que es, accedió a darme una entrevista exclusiva para mi asignación de la revista Caras Sports (antes Caras Golf) e incluso me dejó sostener su trofeo de campeona.

El tiempo pasó y se convirtió en una jugadora más ocupada y asediada por los medios de comunicación; a veces parecía que ya no disfrutaba hablar con la prensa y su actuación en el campo comenzaba a verse empañada por los corajes que hacía.

Con su público siempre fue la misma: sencilla, amable, cálida, honesta, en fin, única. Los niños la seguían a donde fuera y era casi imposible que la dejaran llegar a su siguiente destino si no obtenían su autógrafo; ella imprimía su rúbrica en gorras, pelotas, fotos, posters, playeras y demás objetos, al tiempo que les regalaba una sonrisa y un tímido "gracias".

Lorena era incansable y siempre luchaba por estar en el primer puesto de los torneos, poco a poco sus actuaciones se vieron disminuidas y esto era algo que simplemente no le gustaba. 
Además sus prioridades cambiaron; su familia, a quien había dejado de lado durante tantos años, se puso a la cima de su lista de pendientes, su matrimonio y el deseo de dedicarse más tiempo a su Fundación fueron parte de los motivos para alejarse del golf competitivo de manera indefinida.

Su decisión es totalmente válida y respetable; lo que hizo  por el golf, tanto a nivel nacional como internacional, así como por el deporte mexicano trasciende cualquier trastabillo, crítica, berrinche y demás. Jamás pensé que fuera a decir esto porque quien me conoce sabe que siempre fui una persona que esperó mucho de ella y que fui una férrea crítica de su trabajo en el campo.

¿Mi última memoria de Lorena? 
Se remonta al sábado 1 de mayo de 2010, al termino de su tercera ronda en el Tres Marías Championship habló con los medios de comunicación, cuando terminó pasó a mi lado, hizo una pausa y con esa mano firme que la caracteriza me dio 3 palmadas en el hombro, me saludó y preguntó cómo estaba. No había tirado su mejor pasada del evento, pero se tomó 1 minuto para, de alguna forma, reconocer mi trabajo, el cual me ha dado grandes satisfacciones, excelentes amigos e importantes medios para publicar. Por eso hoy sólo puedo decir: 

¡GRACIAS, LORE!
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